© Justo Félix Olivari Tenreiro.
“La presencia del miedo, la duda o el deseo causan
agitación. Casi nunca deseamos lo que estamos seguros de tener; el deseo es una
forma de miedo que nos lleva a creer que no vamos a alcanzar nuestro objetivo”.
Carol K. Anthony. (Guía del I Ching, Hexagrama LII, El Aquietamiento, línea
IV).
¿Cuántas veces hemos asociado plenitud con alguna vaga idea
de tenerlo todo? Todo lo que erróneamente creemos que nos completará, poniendo
la felicidad y la paz de mente y corazón en algo o alguien que mágicamente cambiarán
nuestra existencia…
¿Se puede estar en reposo con ausencia de deseo sabiendo al
mismo tiempo lo que nos gustaría conquistar, alcanzar, completar? Por momentos
tengo atisbos de lo posible que resulta eso. Y si aun no he alcanzado muchas de
esas metas, ¿qué es lo que me mantiene en ese estado de tranquilidad interna?
El saber que me tengo a mí.
En la carencia, suplicamos por ser elegidos, por la
respuesta positiva de ese otro que sentimos nos va a traer la felicidad
perdida. Si estoy lleno de mí, siempre elijo… Y la elección primordial bien
puede ser no querer vincularme desde ese lugar de necesidad y escasez…
Saber que a Dios gracias, o gracias a mí, tengo todas las
herramientas habidas y por haber para sortear y sanar todas las dificultades
internas que no me han permitido aun gozar de otra realidad, la que estoy
creando siempre.
Ver la estupenda dinámica con la que puedo transformarme,
transformar mis realidades económicas, laborales, vinculares, relacionadas a mi
territorio, a mi salud física…
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