La herida kironiana presente en el Signo de Virgo o en la
Casa VI, y también en aspecto, cualquiera sea este, con Mercurio, remite, en la
mayoría de los casos, a una importante disociación en la psiquis del nativo
entre los arquetipos de la Virgen y el de la Hetaira.
Así tantísimas mujeres pueden expresarse libremente en el
plano sexual cuando no media un compromiso afectivo, enfriándose de manera
significativa cuando entra en juego la maternidad, real o potencial, desde el
momento en que, al estar en pareja, pasan a ser la probable madre de los hijos
de su cónyuge. Otras, directamente han pasado sus vidas con escasísimos
contactos sexuales, y están las que, teniendo en sombra el arquetipo de lo
virginal, rechazan de plano la maternidad, experimentando su vida erótica con
gran frenesí.
Del mismo modo un varón con esta escinción psíquica, buscará
como madre de sus hijos a una mujer que le remita a la Virgen, aun cuando la
sexualidad entre ambos sea muy pobre en cantidad y calidad, buscando fuera de
ese vínculo, eventualmente, a aquella que lo satisfaga en ese aspecto. (Muchas
veces contando con la anuencia silenciosa y cómplice de su esposa, la que,
poseída por ese misma dicotomía, se siente aliviada de no tener que responder
ni de ser exigida en el plano sexual).
Ignoro, y me resulta sumamente intrigante saber cómo
experimentarán esta posición de Kirón en sus cartas natales habitantes de otras
culturas, quienes no están inmersos en un Inconsciente Colectivo marcado a
fuego por una única diosa, en la que no sólo se resalta su condición de madre,
sino que además se reconoce como arista especial el hecho de que lo haya sido
desde un estado de “pureza” extrema, asociando el concepto de pureza al de su
condición de virgen…
Los occidentales no hemos, quizás, ni siquiera comenzado a
desandar el camino de la reconciliación entre esas dos figuras antagónicas.
La ¿evolución? humana es muy dinámica; los desarrollos
científicos y tecnológicos han agotado ya nuestra capacidad de asombro.
Mientras tanto, bien se nos puede escapar la dimensión de lo que muchos de esos
“avances” significan… ¿Hemos tomado acaso real y cabal consciencia de, por
ejemplo, que actualmente una mujer puede engendrar un hijo en su vientre sin
haber tenido jamás una relación sexual?
La misma Iglesia Católica que nos describió de ese modo la
figura de la madre de Jesús, es la que en tiempos modernos presencia cómo es
enfrentada por tantísimos occidentales no dispuestos a acatar sus mandatos de
cómo deben realizarse las cosas, aquella voz que nos dice lo que está bien, y
lo que no.
No importa lo que hagamos, en definitiva siempre lo
trascendental es desde qué nivel de Consciencia lo estemos realizando.
Me pregunto entonces si una mujer que elije ya sea la
inseminación artificial o la fecundación in vitro para acceder a la maternidad,
convencida de que está revelándose frente al “Patriarcado”, ¿tiene idea de que
acaso no esté haciendo otra cosa que responder a esa misma cruel disociación,
emulando ni más ni menos que lo que nos contó la Iglesia sobre lo acontecido
con la Virgen María, en donde el o la obstetra están cumpliendo la función que
en el mito desempeñó el Arcángel Gabriel?
La pregunta del millón siempre es la misma: ¿Quién elije
cuando elijo? ¿En qué parte de mi árbol genealógico se originó la herida que
determinó que no podía ser las dos cosas, madre y amante al mismo tiempo?
Acatamiento y rebeldía son las dos caras de una misma moneda… Hasta que no vaya
a buscar el punto de inflexión, la génesis de esa o cualquier otra
problemática, para reprogramarla y sanarla, deberé seguir preguntándome si mis
decisiones son autónomas, o no…
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