sábado, 25 de agosto de 2018

MÁS ALLÁ DE LA DUALIDAD VÍCTIMA-VICTIMARIO.

© Justo Félix Olivari Tenreiro.

El estudio o simple abordaje de la Astrología requiere que hagamos un esfuerzo consciente por ir más allá de esa dualidad por la que nuestra mente pareciera tener fascinación. (Los argentinos somos expertos en dualidades, ya que con nuestro Ascendente en Libra TODO o casi todo lo vemos fatalmente disociado).

Una de las cosas que más cuesta incorporar como concepto es precisamente que la Astrología es “Y”. Que, por ejemplo, un planeta en una Casa o en Signo puede significar y representar varias cosas al mismo tiempo.

A partir de la nota sobre el Ascendente en Escorpio que subí días atrás, se generaron muy interesantes debates respecto a la responsabilidad o inocencia que nos compete por haber atravesado determinadas situaciones traumáticas y muy dolorosas a lo largo de nuestra existencia.

El principio rector energético en el que todos estamos atrapados dice que si, por el motivo que fuere, no logro asumir un determinado arquetipo, o rechazo alguna de las doce energías del Zodíaco, esta se presentará con una potencia inusitada ante mí, para llamar mi atención con la intención de que me avenga a integrarla de una buena vez. Vendrá a visitarme la cara más básica y rudimentaria de esa energía.

Esto, que puede resultar más o menos incómodo para quien tenga que asumir energías “suaves” como Cancer o Piscis, adquiere una dimensión poco menos que trágica y devastadora para aquellos que tienen que abrirse a Aries o Escorpio, desde el momento que lo que vendrá como “destino” serán situaciones de violencia, abusos, maltratos físicos y emocionales, muertes naturales o suicidios, extorsiones, etc. …

Ya sabes, entonces, cuál es el origen de todas esas escenas que te han tocado transitar. Ahora bien, si cuando sufriste abuso sexual eras un niño, ¿qué responsabilidad tuviste en ese suceso? En principio, claro, ninguna. Eras y eres inocente. No tenías edad para comprender lo que ahora estás leyendo, no tenías la posibilidad de evitar eso desde un lugar consciente.

La firme convicción de que soy un Alma encarnada en sucesivos cuerpos y eligiendo diferentes experiencias para aprender determinadas cosas en distintas vidas, es lo que, a mí, en lo personal, me ha evitado caer en el lugar de víctima, algo que, ante situaciones desgarradoras como las descriptas, se puede ver como razonable.

No tiene la menor importancia para mí saber o intentar averiguar qué hice en encarnaciones anteriores; me alcanza y me sobra con saber que lo que me sucedió, por más terrible y siniestro que haya sido, y por más que haya sido un niño cuando eso sucedió, lo eligió esa Alma que soy, ya que esas experiencias eran vitales para mi aprendizaje. ¡¡Nada de lo que atravesé es consecuencia de mis vidas pasadas, no estoy pagando ningún karma!!

Pero acá surge la primera dualidad: si lo atraje yo, ¿entonces el abusador es inocente? Definitivamente NO.

Una de las dualidades más nocivas y al mismo tiempo más extendidas en el Planeta es la de “víctima-victimario”. O sea, si hay un culpable, hay un inocente. Si nos movemos, mejor, hacia el concepto de RESPONSABILIDAD, podremos ver que siempre, pero siempre, la misma es compartida, sea lo que sea que suceda.

Necesitaste ese abuso sexual para abrazar y comprender lo escorpiano. Del mismo modo que si ahora entra alguien a tu casa con un arma de fuego y se roba todo lo que está dentro de ella, es tuya la responsabilidad de preguntarte qué te pasa, por qué estás negando en ti la energía de Aries, relacionada a la violencia y al no registro del otro. Eres, en definitiva, tan responsable y tan partícipe de esa situación como el mismísimo ladrón. No eres víctima, tampoco culpable. La palabra es, otra vez “responsabilidad”.

Y aun siendo responsable, co-partícipe de lo acontecido, te asiste todo el derecho del mundo de denunciar al malhechor. UNA COSA NO QUITA LA OTRA. Tú asumes tu responsabilidad por no haber integrado la energía ariana, y el ladrón deberá asumir la suya, en el plano legal, pagando por el delito que cometió.

La única forma de evolucionar es haciéndonos cargo de TODO lo que sucede en nuestra vida. Pero cuando te asalte la culpa (ese veneno apestoso que tanta gente está deseando que te intoxique), o el complejo de víctima (otro flagelo universal), recuerda que la mejor forma de cambiar nuestra realidad, y de dejar de atraer como imanes escenas desagradables, es asumiendo que el mando y el poder para que las cosas sean de otra manera reside en ti.


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