lunes, 13 de agosto de 2018

JÚPITER, NO TAN “BENÉFICO”.

© Justo Félix Olivari Tenreiro.

La arcaica y, lamentablemente todavía muy extendida absurda clasificación entre planetas “benéficos” y “maléficos” se choca con el rígido muro de la realidad muchas veces más de lo pensado.

Acabo de ver, dando una clase de Astrología, un aspecto relativo a esto, bastante llamativo y particular.

La madre de un hombre de mediana edad acababa de morir, de manera súbita (un ataque cardíaco), el martes de esta misma semana. Nos dispusimos entonces con mi alumno a buscar en dónde se vería plasmada esa pérdida tan importante para esta persona en su mapa natal.

Debo reconocer que me costó un poco dar con el aspecto indicado. El que suele actuar como catalizador es Marte, como así también en el caso de una enfermedad terminal que llega a su fin con la llegada de este a algún punto determinado de la Carta. Además, claro, de ver los tránsitos de Saturno, Urano, y de Plutón. Pero nada de eso nos llevaba a buen puerto.

Este caballero tiene una cuadratura de Urano, desde Escorpio y su Casa IX, con Saturno en Leo en la VI. Pues bien, ¿adivinen quién fue el encargado de dinamizar, de poner en movimiento esa cuadratura ligada a la salud (Casa VI), el corazón (Leo), y la muerte (Escorpio) de manera súbita (Urano)?

Seguramente a todos nos sorprenda saber que el protagonista de tan fuerte suceso haya sido el mismísimo amoroso, generoso, desprendido, fértil y fecundo Dios Zeus para los griegos. Asociado a todas esas cualidades, y más, nos cuesta creer que se haya comportado como uno de esos planetas pésimamente mal llamados “maléficos” …

Pero entonces acá surge la importante pregunta existencial: la muerte, ¿es acaso algo “malo” en sí misma? No. Definitivamente no, al menos para mí.

Júpiter entró en Escorpio el 11 de octubre de 2017. Tal vez este recorrido lo haya teñido de oscuridad. Quizás lo esté envolviendo una túnica negra que nos remita más a la parca que a sus acostumbradas estupendas manifestaciones. O posiblemente, con movimientos como este, sólo venga a invitarnos a que en nuestra consciencia hagamos de una vez por todas esa síntesis sagitariana que nos dice que lo bueno y lo malo son sólo entelequias en nuestra limitada mente dual.


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