Como sabemos la Astrología tiene múltiples usos y
aplicaciones, y formas de ser abordada. Lamentablemente una de las más
extendidas es la ligada a un enfoque predictivo-determinista-fatalista.
Lo complejo del panorama está dado por el hecho de que
tantos siglos leyendo e interpretando esta disciplina desde ese nivel de
consciencia hace que aun aquellos que le dan un uso evolutivo, muchas veces
caigan en la trampa de la etiqueta fácil y de la interpretación categórica.
Como lo expuse tiempo atrás en la nota “LA CARTA NATAL, UN
MAPA QUE NO DICE NADA”, sólo Dios sabe qué es lo que cada individuo ha hecho
con ese mapa astral. ¿Todavía supura su herida kironiana como en los primeros
años de su vida? ¿Ha podido integrar siquiera algo de esa oposición que aparece
ante nuestros ojos, en principio, como de muy compleja resolución? ¿Su matriz
emocional quedó estancada en esa Luna en tal o cual Signo, o es evidente la
evolución y la madurez con la que ha podido ir trascendiendo esos mandatos y
costumbres?
Si bien el ojo entrenado del astrólogo podrá estar, en la mayoría
de los casos, muy cerca de la verdad en cuanto a qué energías son las que con
más facilidad esa persona ha tomado como propias, y de cuáles se ha desprendido
disponiéndose de ese modo a atraerlas, en definitiva, cuando nos sentamos a
mirar un mandala sin la presencia del dueño de ese dibujo, lo único que podemos
hacer es elaborar hipótesis.
Es bastante preocupante y alarmante ver con qué facilidad se
llega a conclusiones rotundas, con sólo observar el mapa, en el mejor de los
casos, o respondiendo a una pregunta sobre un aspecto determinado, en
innumerables foros o espacios que tratan sobre Astrología. Alguien ve muchos
planetas en, por ejemplo, la Casa V, y da por sentado que ese ser se expresa de
manera creativa con una gran libertad, sin detenerse en el detalle que si uno
de esos cuerpos celestes es, ni más ni menos que Saturno, muy posiblemente se
sienta muy trabado a la hora de manifestar su “arte”.
Del mismo modo, cuando se observa una tensión sea por una
oposición, cuadratura o conjunción, es muy habitual leer como diagnóstico que
el individuo acarrea entonces serias dificultades relacionadas a la temática de
ese aspecto tenso, soslayando que si es alguien que ya pisa los 40 y pico,
probablemente haya hecho algo productivo con todo ese entuerto…
Quien les habla nació con Saturno retrógrado en oposición a
Mercurio. Y sí, claro, en los primeros 20 y tantos años de mi vida, yo era
mudo. No abría la boca porque vivía con el estigma que me decía que si lo
hacía, iba a ser para decir una estupidez. Y, ni más ni menos, elegí nacer con
el Ascendente en Géminis… Imaginarán pues lo duro que era para mí no poder
expresarme libremente, teniendo ese aprendizaje como telón de fondo.
Hoy en día recibo casi a diario elogios sobre mis artículos
y lo bien que me expreso con la palabra escrita (lo que abrazo con un gran
agradecimiento, ya que sólo yo sé lo que me costó llegar hasta acá), además de
que mi trabajo lo desarrollo a través, precisamente, de la palabra. A mis 53
años creo que queda claro que todos los esfuerzos que hice para superarme y
todo lo que trabajé a favor de eso, rindieron algunos frutos. Pero en mi Carta
Natal… Saturno retrógrado sigue estando en oposición a Mercurio!!
“No existe una Carta Natal sin el dueño de la misma que nos
hable de ella” sería un lindo letrero luminoso que bien podría adornar las
marquesinas de todas y cada una de las escuelas astrológicas.
A Dios gracias, hagamos lo que hagamos, y sea cual sea el
punto de partida de la consciencia con el que hayamos encarnado, los Seres
Humanos siempre estamos en evolución. Es importante comprender, entonces, que
ese mapita que fotografía el estado del firmamento al momento de nuestro
nacimiento, más tarde o más temprano va a quedar definitivamente
desactualizado.
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