DEL YO AL NOSOTROS.
© Justo Félix Olivari Tenreiro.
El último día del corriente nos regalará un acontecimiento
celestial bastante particular, como lo es que la segunda Luna llena del mes sea
también una Súper Luna (esto sucede cuando nuestro satélite está situado a la
menor distancia de la Tierra), y completando el suceso, se producirá un Eclipse
Total de Luna.
El Sol recorre por estos días el Signo de Acuario y la Luna,
para ese entonces en Leo, se verá opacada por la interposición de la Tierra.
Algo más claro y simbólico de lo que representa este Eclipse
como oportunidad de esclarecimiento para todos nosotros, imposible…
Como punto evolutivo social actual, Leo emerge como EL lugar
a dónde llegar. El paradigma de la autoexpresión y la exposición mediática está
en su apogeo, exacerbado y estimulado por las redes sociales, hijas de una
herramienta precisamente de neto corte acuariano como lo es Internet.
La Era de Acuario en la que ya hemos puesto un poco más de
un pie nos estaría pidiendo hacer otra cosa…
Que la que quede “eclipsada” sea justamente esa Luna leonina
al tiempo que el Sol ilumina su Signo opuesto complementario nos da la
estupenda oportunidad para hacer la introspección pertinente que nos lleve a
preguntarnos cuánta trascendencia le damos a nuestra imagen personal, la que
tenemos de nosotros mismos y la que creemos irradiar, y qué cantidad de energía
le restamos, entonces, a cualquier contribución que podamos hacer sobre lo
colectivo y lo comunitario.
La brillante paradoja es que, así como ese Eclipse se dará
sobre la articulación de los Signos V-XI, en la actualidad los Nodos lunares
están recorriendo la misma polaridad, pero dispuestos desde Acuario (Nodo sur),
hacia Leo (Nodo norte), exhortándonos a, entre otras cosas, dejar atrás cierto
desdén, frialdad o indiferencia, y apostar por un mayor y más profundo
compromiso afectivo a la hora de relacionarnos.
En definitiva, tanto el largo derrotero nodal como el
acontecimiento puntual del Eclipse, sucediendo ambos en ese mismo eje, bien
podrían despertar en la Humanidad el deseo de reflexionar acerca de cómo
amamos, cuán autorreferencial y narcisista es nuestra pasión, cuánta libertad y
“aire” necesitamos en un vínculo, y cuánto de estas benditas cualidades estamos
dispuestos a ofrendar a nuestro Ser amado.
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