jueves, 18 de enero de 2018

ACUARIO-LEO, A LAS PUERTAS DEL AMOR INCONDICIONAL.

© Justo Félix Olivari Tenreiro.

En nuestra Carta Natal están presentes todas las semillas de nuestros potenciales. Siempre teniendo en cuenta que dependerá de la evolución de nuestra Alma y de lo necesarios o no que sean algunos aprendizajes para nosotros en esta encarnación, podemos ver en la misma lo que está implícito como posibilidades de desarrollo.

Todos tenemos presentes las doce energías en ese mapa. La mismísima rueda el Zodíaco dividida en esas doce porciones iguales, y también los diez planetas que las representan. El porqué de que alguien se pase la vida entera o gran parte de ella habitando sólo un rinconcito de ese Mandala o que otra persona tenga el coraje o al menos la curiosidad para recorrer otras latitudes del mismo abriéndose a dejarse poseer por la mayor cantidad de arquetipos, es un misterio ante el cual no nos queda más que rendirnos impotentes.

Así, absolutamente todos los seres humanos que pisaron, pisan y pisarán la faz de la tierra han tenido oportunidades, de diferente calibre, para tener al menos un acercamiento, por poner un ejemplo, con la energía de Acuario.

Y todos, también, desde aquellos que ya han nacido siendo cómplices de lo acuariano, y los otros, los que de a poco hemos sido visitados por dicha energía en importantes y desequilibrantes tránsitos de Urano tocando los más claves puntos de nuestro mapa astral, podemos expresar diversas octavas de la misma.

En verdad creo que nadie humano es capaz de hacerlo de manera rotunda, es esa misma condición humana la que nos lo impide. Pero una de las cualidades más hermosas y sublimes que podemos exhibir del eje Leo-Acuario es algo muy parecido al amor incondicional.

La fogosa pasión leonina que se desprende de un corazón palpitando inquieto necesita de la presencia y permanencia de ese objeto amado para confirmarse. Lo que ocurre en Leo, y en la Casa V que le corresponde, tiene mucho de narcisismo, de necesidad de autorreferencia.

Por otro lado, en Acuario encontramos la capacidad máxima de desapego y distancia. En el peor de los casos, una dificultad manifiesta o un miedo patológico a entablar cualquier compromiso. También, una gran destreza para amar “a distancia”, sea esta física o temporal.

La maestría de esta polaridad, el punto medio de este eje da como resultado algo inusitado. Y plagado de belleza.

Hemos leído o escuchado millones de veces frases como “Si amas a alguien déjalo libre”. Qué liberal y evolucionado que suena!! Pero las miles y miles de personas que han nacido con una matriz vincular ligada a lo escorpiano (la fusión por excelencia), o a lo pisciano (lo indiferenciado, lo que no tiene bordes ni límites), se rascan la cabeza pensando de qué se trata y cómo se hará para llegar a eso.

Una vez más, sea que desde niños esta temática estaba al alcance de nuestras manos, o que las sucesivas visitas de Urano nos fueron acercando a ella, si nuestro Corazón leonino es lo suficiente amplio, noble y leal, podrá ir de a poco deslizándose hacia el centro del Mandala, y percibir como algo cercano la renuncia a esa necesidad de autoafirmación.

Si logramos mermar la ansiedad de nuestros aspectos más drásticos y radicales ligados a una defensa reactiva ante el temor a la perdida de nuestra libertad, podremos tener la certeza de que estamos frente a algo muy bonito, como lo es, ni más ni menos, abrir las puertas para que alguien venga a encender la llama que le de calor a nuestro Corazón.

Cuando llegamos al centro de este vaivén, percibimos como verídico que dos personas se amen intensamente a la distancia, sin haberse visto personalmente aún.

Y que esas mismas personas u otras puedan decirse, con la profunda alegría que les da saberse libres, “Te amo profundamente, pero si tu elijes a otro ser para compartir tu Vida, estaré de todos modos a tu lado acompañándote y seré muy feliz sabiendo que tú lo estás”.


No hay comentarios:

Publicar un comentario