lunes, 22 de septiembre de 2014

MERCURIO.

© Félix Olivari Tenreiro.

A diferencia de los otros planetas del Viejo Mundo, (esto es antes de que se descubrieran los “transpersonales”), Mercurio no tiene un opuesto o una pareja porque como símbolo de paradoja y contradicción contiene los opuestos dentro de sí. Mercurio es andrógino, o sea tanto masculino como femenino. Es tanto divisivo como integrador. Es el planeta más cercano al Sol, el más pequeño y el más veloz: tarda tan sólo 88 días en girar alrededor del Sol.

De su astronomía se puede inferir desde dónde vienen algunas de nuestras asociaciones con este planeta. Se lanza velozmente alrededor del Sol. A veces se lo ve, otras, no. A veces parece trasladarse en una dirección, a veces en otra…

En la mitología romana Mercurio (Hermes para los griegos), era el mensajero de los dioses. Un mensajero que no tiene el menor interés en el contenido del mensaje: su tarea es simplemente actuar como un intermediario. En este sentido, Mercurio no tiene preferencia de lo bueno sobre lo malo ni de la verdad sobre la mentira. Versátil, ingenioso, amoral, inestable y etéreo…


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