© Félix Olivari Tenreiro.
A diferencia de los otros planetas del Viejo Mundo, (esto es
antes de que se descubrieran los “transpersonales”), Mercurio no tiene un
opuesto o una pareja porque como símbolo de paradoja y contradicción contiene
los opuestos dentro de sí. Mercurio es andrógino, o sea tanto masculino como
femenino. Es tanto divisivo como integrador. Es el planeta más cercano al Sol,
el más pequeño y el más veloz: tarda tan sólo 88 días en girar alrededor del
Sol.
De su astronomía se puede inferir desde dónde vienen algunas
de nuestras asociaciones con este planeta. Se lanza velozmente alrededor del
Sol. A veces se lo ve, otras, no. A veces parece trasladarse en una dirección,
a veces en otra…
En la mitología romana Mercurio (Hermes para los griegos),
era el mensajero de los dioses. Un mensajero que no tiene el menor interés en
el contenido del mensaje: su tarea es simplemente actuar como un intermediario.
En este sentido, Mercurio no tiene preferencia de lo bueno sobre lo malo ni de
la verdad sobre la mentira. Versátil, ingenioso, amoral, inestable y etéreo…
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