© Félix Olivari Tenreiro.
Tiempo atrás, cual reguero de pólvora, se extendió la
información de que había aparecido un nuevo signo zodiacal, el Signo número 13.
Según parece se habría descubierto una nueva constelación de estrellas, que
estaría situada entre las de Escorpio y la de Sagitario.
Ahora bien, los astrólogos sabemos que una cosa son las
constelaciones estelares de donde surgen los nombres de los signos zodiacales,
y otra cosa es, precisamente, el Zodíaco.
Más allá de eso, me llamó mucho la atención que ese supuesto
Signo número 13 estuviera ubicado precisamente ahí: entre Escorpio y Sagitario.
Si de algo estoy convencido es que uno de los más grandes
malentendidos de la Humanidad, a lo largo de la historia, es respecto a la
energía escorpiana-plutoniana. Y las consecuencias de ese malentendido han sido
y siguen siendo nefastas para millones de individuos en el Planeta, ya sea en
el plano personal, o derivadas de ese malentendido desde lo “colectivo”.
Plutón- Escorpio nos hablan de la posibilidad suprema de
Sanación. De la capacidad de transformar y expulsar aquello que ya no tiene
sentido en nuestras existencias, y que, de permanecer en nosotros, nos
“intoxica”, enferma, y eventualmente, nos quita la Vida. De la posibilidad de
emerger a una nueva realidad, habiendo sido profundamente transformados luego
de habernos dejado atravesar por esa energía.
En un recorrido zodiacal ideal, luego de haber atravesado
Escorpio, esto es, haber comprendido desde lo más profundo de esa Consciencia
que ya no hay dualidad, que todo aquello que se nos presentó como “dividido” en
Libra, pertenece a una misma e indisoluble realidad, cuando esa Consciencia
abrazó ya todas las “oscuridades” que habían sido dejadas de lado, luego de
este punto de inflexión en el Zodíaco, decía, aparece Sagitario.
Siguiendo con la idea de una comprensión ideal de las
energías Sagitario representaría la capacidad de “elevarnos”, de disparar esa
flecha, y con ella ser nosotros los que estemos re-ligando la Tierra con el
Cielo, buscando la Verdad Suprema, con el aprendizaje adquirido en Escorpio de
que hemos de llevarnos al Cielo TODO nuestro equipaje: nuestras “sombras” y
“oscuridades” también…
Está claro que hemos podido hacer con esas energías, como
Humanidad, algo bien distinto a lo ideal… Entonces, ¿cómo se nos representa
Sagitario? ¿Qué “utilidad” le damos? La de ser el “Maestro”, con y sin
comillas, aquella autoridad que nos dice qué cosas, qué cualidades, qué
conductas son las que hemos de poder transportar en nuestro camino hacia el
Cielo, y las que no…
Todos vivimos inmersos en un “colectivo” que aprueba o
des-aprueba innumerables aspectos y conductas humanos. “¿Pero acaso no se
necesita Sagitario para poder controlar la energía de Escorpio?”, me preguntó,
alarmada, años atrás, una apasionada estudiante de Astrología. Creo que su
pregunta encierra, en sí misma, la síntesis del mal-entendido
Escorpio-Sagitario.
Pues que no me pareció menor que “apareciera” un Signo
zodiacal, el número 13, en medio de esos dos ya existentes.
Tal vez su existencia nos diera a todos, como Humanidad, la
posibilidad de rever Escorpio una y otra vez para recién sí hacer el paso hacia
Sagitario con nuestro Corazón repleto de coherencia, amando y abrazando todos
los aspectos y las formas en los que la Vida y el Universo se manifiestan,
trepando hacia el Cielo sin nada que controlar, esconder ni negar: sin miedo.
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