(Más sobre el juego “Luz y Sombra” escorpiano).
© Félix Olivari Tenreiro.
Esta poesía surgió como consecuencia de una experiencia
bastante particular, y vinculada con el tema de Luz y Sombra escorpiano que
vengo desarrollando en mis notas y otros artículos que he compartido. Resulta
que hace unos años una mujer con la que estábamos empezando a relacionarnos
viaja a ver a su “Maestro” espiritual llevándole una foto mía para averiguar la
opinión del mismo al respecto, buscando su aprobación… Cuando este buen hombre
ve la misma, le dice: “No!, mucha oscuridad, mucha oscuridad!!”…
Como desarrollé en la nota “El Signo número 13”, parece ser
que por ahora la forma más común que hemos encontrado los Humanos para expresar
la energía de Sagitario, lejos de ser la inclusiva o incluyente, la que todo lo
abraza amorosamente luego de haber transitado por las “oscuridades”, muertes y
desgarros escorpianos, es la de la disociación, la que nos dice lo que está
“bien” y lo que está “mal”, dejando de lado y rechazando, precisamente, todo
aspecto mal llamado “oscuro”.
Debo confesar que en su momento no me cayó nada bien
escuchar eso… No sólo porque yo todavía le daba poder e importancia a la
opinión de un Ser Humano de esas características, sino porque además temía que
esa mujer le “hiciera caso” a su “Maestro” y decidiera alejarse…
Pero a medida que fui avanzando en mi propio aprendizaje de
abrazar e introyectar la energía de Escorpio, comprendí que la opinión de ese
señor había sido en verdad un gran halago, que lo que me estaba diciendo la
Vida era que estaba transitando el camino correcto en mi recorrido hacia el
encuentro de Escorpio, permitiéndome sentir, experimentar, abrazar y Honrar sin
culpa alguna aquellos aspectos de mi totalidad a los que todavía solemos llamar
“sombríos”, “oscuros”…
Qué otra mirada que la Suya, Señor,
o ahora la suya, Maestro, qué otra Verdad?
Lo que llega cuando se lo ha soltado…
Sin espera, su mirada, Maestro, o la Nada, ya es igual.
Mi entrega, sin retorno, o la Nada, ya es igual…
Mi Oscuridad, su ceguera que es la Nada, qué más da…
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