viernes, 17 de mayo de 2019

LA INFERTILIDAD ENCUBIERTA EN LA DECODIFICACIÓN BIOEMOCIONAL.

© Justo Félix Olivari Tenreiro.

Mal que les pese a quienes ven en mis escritos una animosidad de mi parte hacia las terapias psicológicas clásicas (nada más ajeno a mi sentir, teniendo una experiencia positiva con la misma en el pasado), no puedo más que insistir en los límites que esta tiene frente a un enfoque decididamente liberador y sumamente expansivo como lo es el de la Decodificación Bioemocional.

Desde la mirada clásica, quien tenga problemas recurrentes con el dinero, al tiempo que serias dificultades para formar un vínculo de pareja sano, nutritivo y estable, tratará dichas temáticas por separado, como distantes entre sí, sin mayores hilos conductores. También si esa misma persona tiene sostenidos inconvenientes para apropiarse de su territorio, ser propietario de su casa o departamento.

Dos axiomas fundamentales atraviesan las vivencias de todos los seres humanos que pisan la faz de la Tierra. Todos las familias, todos los clanes en cualquier lugar del globo terráqueo están atrapados en los mismos, a saber. A) Si al clan le resultó útil, si al clan le sirvió, eso se va a repetir en generaciones posteriores. B) Si algo produjo mucho dolor, se va a evitar.

Que le “haya resultado útil” no significa, de modo alguno, que haya sido algo nutritivo, liberador, “positivo”. Una familia, por el motivo que fuera, pudo haber concluido que lo mejor para ellos era que sólo nacieran hijos varones, produciéndose entonces abortos espontáneos cada vez que la engredada fuera una niña. Eso se repetirá entonces, mientras no esté sanado, por los siglos de los siglos…

Si un suceso fue muy traumático, alguien de esa misma genealogía se encargará de evitar la repetición de dicha experiencia. Si lo tan doloroso estaba relacionado, por poner un ejemplo, a una violación resultante en un embarazo, seguido de la muerte de ese niño por nacer, en la sucesión de ese linaje el “emergente” del mismo, el llamado a sanar-se y sanar a su árbol, podría encontrarse entonces con la imposibilidad de procrear.

Desarrollaría una “infertilidad encubierta”, así llamada porque no está necesariamente vinculada a una dificultad física que impida la gestación.

La creatividad que podemos desarrollar los humanos para ser fieles a los mandatos de nuestro clan puede ser bastante importante. Todo sea para cumplir amorosamente con la fidelidad a nuestros ancestros.

De este modo, las tres problemáticas de las que hablé párrafos arriba cobran una coherencia pasmosa: esa Alma buscará, por todos los medios, no poder acceder a su vivienda, sintiendo así que sin la misma sería una irresponsabilidad traer un hijo a este mundo. Del mismo modo que sus recurrentes y fallidos intentos de formar pareja lo resguardarán de que la misma desemboque en la formación de una familia. Y ni hablar de sus serios y constantes problemas económicos…

Entonces, desde este bendito abordaje podemos ir a buscar en el pasado, ramas arriba del árbol genealógico, el origen de tal decisión, el punto en donde se produjo esa vivencia tan dolorosa a partir de la cual se empezó a asociar vida con muerte, gestación con dolor y pérdida, y a necesitar evitar esa repetición desgarradora…

Claro que también se pueden abordar cada una de las tres temáticas por separado: territorio, pareja, dinero. Pero si no llegamos a darle el espacio a ese antepasado para que libere las emociones retenidas producto de ese trauma que originó esa infertilidad encubierta, es muy probable que algo siga sin funcionar…

Siempre hay algo que está más “arriba” de la lectura que, conocedores de los preceptos básicos con los que se mueve la psicología, solemos hacer de nuestros acontecimientos y dificultades. Entonces esa visión queda completamente trastocada por otra mucho más amplia, la que nos lleva al verdadero y real origen de cosas.

Esta es la Magia de esa Sagrada disciplina que hoy nos abraza y nos invita a terminar de convencernos de nuestra condición absoluta de Creadores.


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