© Justo Félix Olivari Tenreiro.
Basada en una novela de Nikos Kazantzakis, este film de
Martin Scorsese, del año 1988, vino para mostrarnos una imagen del Redentor
radicalmente diferente a todo lo que el cine había ofrecido hasta ese entonces.
En “Jesús de Nazareth” (1977), de Franco Zeffirelli, vimos al Salvador
“humanizado”, con algunos movimientos propios de un mortal, pero que seguía
siendo dueño de la certeza de su condición de Mesías.
“La última tentación de Cristo” nos regala una soberbia
actuación de Willem Dafoe en la piel de un hombre total y absolutamente
aturdido ante las incipientes sospechas de que era él el elegido…
La irrupción de esta película provocó, en su momento, una
muy dura resistencia por parte de sectores ligados a la Iglesia Católica,
estando por largos años prohibida su exhibición en la Argentina. El “problema”
surge con todo lo que se sucede luego del momento en que Jesús muere en la
cruz… No les voy a contar ese desenlace que despertó semejante polémica, pero
bien podríamos detener el reproductor en ese preciso momento y soslayar lo que
sigue; a esa altura ya habremos sido profundamente conmovidos por una obra de
arte sencillamente descomunal.
Las escenas iniciales en las que Jesús siente esa voz, ese
llamado que lo abruma y desquicia, que lo hace dudar de su cordura, son
sencillamente memorables. La incredulidad y la resistencia de ese hombre a
aceptar lo que a cada minuto se hacía más y más evidente están descriptas de
una manera sublime.
Otro fragmento repleto de poesía visual es el que nos lo
muestra en sus cuarenta días de retiro en el desierto… Pero, desde mi vivencia,
el punto más determinante de la exposición de esa su condición humana está
relatado en el pasaje que desarrolla la resurrección de Lázaro…
La expresión del rostro de Dafoe es tremenda. Esa mezcla de
sorpresa, estupor, perplejidad y espanto viendo cómo esa momia camina hacia él,
hasta alcanzarlo en un abrazo que a duras penas puede contener, es algo
impresionante que nunca saldrá de mi retina… Cada vez que recreo en mi mente
esa situación vuelvo a experimentar el mismo impacto que me atrapó la primera
vez.
Jamás pudo terminar de convencerse de su condición de Hijo
de Dios. Jamás lo veremos moverse así a lo largo de toda la película, y
entiendo que eso es lo que, entre otras cosas, la convierte en magnífica.
Todos los arquetipos habidos y por haber en esta particular
versión de la historia de la vida de Jesús: el sacrificio y el excelso Amor
piscianos; las “tentaciones” taurinas, la traición escorpiana, el estoicismo
capricorniano… El vínculo libriano, el deseo ariano.
Con la icónica presencia de David Bowie en la piel de Poncio
Pilatos, y las melodías hipnóticas y por momentos desgarradoras de Peter
Gabriel, sumergirse en esta realización será una experiencia extraordinaria, un
fantástico estímulo emocional, visual, sonoro, auditivo y hasta olfativo…
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