lunes, 25 de febrero de 2019

HUMANOS PUENTES.

© Justo Félix Olivari Tenreiro.

Tenía 25 años y una depresión galopante. Apenas podía salir de mi casa; hablar, una quimera… Durante meses y meses enteros, María Elena se pasaba cada sesión de terapia diciéndome cosas hermosas, dándome aliento, animándome, dándome valor y fe en que todo eso iba a quedar atrás…

Luna en Cancer, Julia me dijo que tenía excelentes aptitudes para la Astrología. Aunque en un principio no le creí nada, convencido que me lo decía por su gran amorosidad hacia mí, fue ella quien me introdujo en el maravilloso mundo de los astros.

La otra Julia, súper exigente en sus estupendas clases, me vio tan mal ese día que me dijo: “Te regalo seis meses de yoga gratis. Así no podés seguir”.

Estela, con su redonda e inmensa humanidad, cuando yo lloraba a mares en cada clase de Biodanza, me abrazaba y me acunaba sentados en el piso, mientras murmuraba en mi oído: “Ya vas a saber por qué estás acá…”.

Alberto y las sesiones de Terapia del Canto, y esas carcajadas producto de la hiperventilación consecuencia de intentar sacarle un sonido coherente a algún instrumento de viento…

Liz y sus tan sanadoras imposiciones de manos, estando en plena llaga, Saturno cuadrando a mi Luna en Capricornio natal de por medio…

Y siguen las firmas…

La Biodescodificación tiene su origen por el año 1978 cuando Ryke Geerd Hamer, médico oncólogo alemán, descubre que un shock traumante (un conflicto emocional totalmente sorpresivo y vivido en soledad, no soledad física sino soledad emocional, o sea, sin capacidad de compartir el dolor psíquico), produce un daño en el cerebro, y luego el cerebro afecta al órgano que rige esa parte dañada, encontrando y conceptualizando, así, la relación entre psique, cerebro, órgano.

El español Enric Corbera continuó desarrollando la Biodescodificación, centrada principalmente en buscar la salud propiamente física, dando paso, con el tiempo, a la Bioneuroemoción, que abarca ya todos los ámbitos de la persona y da respuesta no solo a los problemas físicos, sino también a las dificultades interpersonales, sociales y a todas las situaciones que provocan conflictos emocionales.

El argentino Pablo Almazán terminó de redondear todo esto, en la Decodificación Bioemocional, “Algo mucho más profundo que un método de sanación de enfermedades, un verdadero reencuentro con el Ser”, sus palabras.

Con este último enfoque es con el que vengo trabajando desde hace unos años. Y es una maravilla que Dios haya depositado sobre la faz de la Tierra semejante instrumento de redención.

Este abordaje tiene una forma de leer la realidad (los hechos, los síntomas tanto físicos como emocionales o vinculares, etc.), sencillamente fabulosa, en donde las correlaciones simbólicas entre sucesos, traumas, experiencias vividas por algún antepasado y la manifestación de nuestra dificultad actual adquieren una coherencia escalofriante…

Los efectos de lo que la Consciencia empieza a integrar, en una simple conversación, son tan inmediatos como concretos. Sumergirse en la experiencia del “transgeneracional” (recorrer el árbol genealógico hasta descubrir en dónde anidaba nuestro conflicto), una travesía sencillamente fascinante, liberadora y de real iluminación.

Analía en Buenos Aires, Anabella ayer acá, en la ciudad de Córdoba, supieron guiarme y acompañarme en este fabuloso Universo expansivo con un amor, un cuidado, una ternura y una presencia sencillamente conmovedoras.

¿Cuántas veces GRACIAS? Millones.

¿Cuándo y dónde se celebra el Día Internacional del Sanador? Acá, allá, hoy o mañana…  


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