Estuve a punto de poner la palabra Dios en lugar de Maestro,
pero sé que la misma genera resistencia en muchas personas, además de que
podría ser asociada a lo religioso, o sea a un dogma, y nada más lejano de lo
que este Libro Sagrado nos ofrece.
Antes que nada, aclarar que no soy un estudioso del mismo, y
lo que acá voy a compartir es sólo mi experiencia, desde que lo adopté como una
brillante guía para transitar mi existencia.
¿Podemos vincularnos con Él para algo más que averiguar qué
nos “va a pasar”? Absolutamente. De hecho, se aconseja no elaborar la pregunta
por “sí” o por “no”, ya que la forma que tiene de hablarnos está más
relacionada a cómo es menester que nos desempeñemos en cada situación para
tener “éxito”.
La contundencia y claridad con la que nos dice las cosas es,
por momentos, escalofriante. Posiblemente te sorprenda mucho leer eso, desde el
momento en que el mismo tiene la fama de ser complicado y sus mensajes
difíciles de entender; de hecho yo mismo, durante muchos años, solía decir que
me llevaba muy mal con Él por esa misma razón.
Existen muchos autores, diversos estudiosos tanto orientales
como occidentales que han escrito su propia versión del I Ching, con miradas
que van difiriendo en aspectos más o menos sutiles. Tal vez haya sido mi
Júpiter en XII que siempre me provee de lo que necesito cual Ángel de la
Guarda, el que me hizo llegar un compendio, una recopilación con las miradas de
muchos de ellos. Y ahí la cosa cambió por completo…
¿Por qué estoy tan feliz y agradecido de haber podido entrar
en contacto con el Maestro y dejarme guiar por Él? ¿En qué radica esa plenitud
y alegría? En que siguiendo sus palabras, y siendo receptivo a sus consejos,
tomé consciencia de que estoy inmerso en un real y verdadero camino ESPIRITUAL.
Aun con nuestras mejores intenciones, y con la firme
decisión de no dañar, de no dañarnos, y de movernos con amor y ética por la
Vida, nuestro ego muchas veces hace, o nos lleva a hacer las cosas incumpliendo
muchos de esos buenos propósitos. El Maestro lo sabe bien, y es por eso que en
cada diálogo que establecemos con su amorosa sabiduría, se encarga de
recordarnos cuál es la senda de la Virtud.
Meses atrás obtuve el Hexagrama XXl, “La mordedura tajante”.
El mismo es una recomendación muy clara, explícita, casi una orden: lo
consultado requiere de nosotros un accionar firme, “morder” con decisión
aquello que interfiere, impartir justicia, poner un límite claro, y retirarnos
de la situación. Pero, aun cuando nos asiste el derecho de penalizar a alguien,
el I Ching es igual de claro y concreto cuando nos dice que esa acción debe ser
realizada con suavidad y ternura, y con ánimo de perdón.
“No necesitamos ponernos duros con alguien, definiendo qué
tipo de persona es. Sólo basta reconocer que no se ha corregido a sí misma. No
supervisamos su progreso para medir dónde se encuentra a lo largo del camino.
Esta actitud hace imposible mantener la mente abierta, o darle el espacio y el
tiempo que necesita para corregirse a sí misma…”, afirma Carol K. Anthony, una
de mis autoras favoritas.
Sentí una belleza exquisita. Cuánto amor y respeto en eso de
otorgar al otro tiempo y espacio… Y “corregirse a sí mismo”, una expresión
repleta de tolerancia y compasión.
El I Ching: un trabajo constante y paciente sobre nuestros
defectos de carácter. Una escuela en Valores Humanos.
Este es el link hacia el compendio:
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