miércoles, 3 de octubre de 2018

LA NO INTERVENCIÓN ACTIVA.

© Justo Félix Olivari Tenreiro.

“Aire, soñé por un momento
que era aire,
oxígeno, nitrógeno y argón,
sin forma definida,
ni color…”. Aire. MECANO.

El deseo ariano, las necesidades taurinas, el control escorpiano, la obstinación sagitariana, la culpa pisciana…
Desapego es un término sumamente eficiente para relatar uno de los más bellos obsequios que nos trae del Cielo el muy rebelde de Urano. Pero como pasa con todas las palabras, de tanto repetirlas pierden su impacto allí en donde debe suceder.

“Si ya entraste en esa sintonía eólica, me dije, si ya sabés de qué se trata el fluir de saltar de viento en viento y así permanecer eternamente en ese paraíso gaseoso que solo se y me sostiene, ¿qué tal si pruebo, por una vez, ver qué pasa si no hago nada, no intentar ni pretender forzar las cosas, no intervenir en absoluto?
Un paso más allá en la experiencia acuariana.

No hice nada por más de un mes, no me propuse tener más consultantes ni alumnos, no publiqué mis servicios, no perdí ni 10 segundos de mi tiempo en preocupación alguna respecto a lo económico ni lo laboral… Y la brisa se encargó de que suceda.
Cuando nos vamos completando a nosotros mismos, cuando más y más porciones zodiacales son de nuestra propiedad, la posibilidad de elegir emerge como antídoto para la cruel necesidad. Así, si te apoderas de una Luna nutricia, proveyéndote a ti mismo calidad y calidez alimentaria afectiva emocional, estar en pareja o no, por ejemplo, se convierte en una elección frente a la cual tendrás la misma serenidad ante la posibilidad de que eso suceda, como de que no.

Otra vez esa no intervención activa: si ha de acontecer, adelante. Si no ha de pasar nada, todo seguirá en paz de igual modo.

¿Qué significa “desapego” entonces? Equidistancia, el don más sublime y excelso que Urano nos regaló.


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