Hace rato que vengo hablando de los bemoles que tiene portar
cantidades importantes de energía pisciana, o de estar muy identificados con la
misma.
La disposición amorosa de quienes se han visto envueltos (o
ahogados) en este asunto, siempre ha sido de importantes dimensiones. Y la
entrega. Y la generosidad. Y la capacidad para cuidar aun no mediando un pedido
expreso de esa otra persona, receptora de semejante ternura y calidez.
Nada que objetar ni criticarle a una energía que hace que
todavía tengamos fe en la vida, cuando esos actos nos reconcilian con la
existencia ante tanto dolor, maltrato y violencia generalizada a lo largo y
ancho del planeta.
Sin embargo, este asunto sí tiene alguna connotación
problemática cada vez que toda esa Agua se desborda… Entonces, ese mismo
elemento tan imprescindible para nuestra subsistencia se convierte en un dolor
de cabeza cuando todo lo anega, abalanzándose sobre lo que encuentra a su paso…
¿Está acaso “viendo” al otro, en el más cabal sentido de la
palabra, quien se desempeña de esta manera? Sí, y no.
Poder traspasar la forma y la materia y saber, con el
corazón, lo que le está sucediendo a otro individuo, sin que este haya abierto
la boca, eso es registrar al otro.
Pero cuando lo que está primando en esa persona tan empática
es el deseo de satisfacer su propia necesidad de desempeñar el papel del
cuidador, el terapeuta, el padre o la madre, suele dispensar muchas cosas que,
lejos de resultar nutritivas para los demás, en la mayoría de las veces son,
lisa y llanamente, perjudiciales para quienes la reciben.
Un límite es amor. Consentir indefinidamente a alguien no es
bueno para nadie. Flaco favor le hacemos a un/a maltratador/ra (o a alguien
caprichoso con una firme tendencia a mirarse exclusivamente a sí mismo),
“comprendiéndolo amorosamente” y justificando sus actos en base a que, por
ejemplo, tuvo una infancia dura…
La supuestamente abnegada esposa del alcohólico que se pasa
el día entero escondiéndole las botellas, no contribuye en lo más mínimo a la
toma de conciencia de su enfermedad. Prestarle dinero a un ludópata en nombre
de la “compasión” o la “pena”, es envenenarlo lentamente.
Los astrólogos solemos decir que los mejores regalos de
cumpleaños los hacen las personas con mucha energía libriana. Sabrán
perfectamente qué es lo que estamos necesitando, el color, la talla, etc., etc.
Libra VE al otro. Y a partir de esa mirada amorosa y
equilibrada, ofrenda y ofrece lo que sabe que es lo mejor para su prójimo. Aun
cuando eso signifique tener que poner un límite con connotaciones arianas, aun
cuando eso implique el enojo, la frustración y la ira de quien está en el
platillo de enfrente.
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