jueves, 8 de marzo de 2018

DEL DESBORDE ACUÁTICO HACIA LO LIBRIANO.

© Justo Félix Olivari Tenreiro.

Hace rato que vengo hablando de los bemoles que tiene portar cantidades importantes de energía pisciana, o de estar muy identificados con la misma.

La disposición amorosa de quienes se han visto envueltos (o ahogados) en este asunto, siempre ha sido de importantes dimensiones. Y la entrega. Y la generosidad. Y la capacidad para cuidar aun no mediando un pedido expreso de esa otra persona, receptora de semejante ternura y calidez.

Nada que objetar ni criticarle a una energía que hace que todavía tengamos fe en la vida, cuando esos actos nos reconcilian con la existencia ante tanto dolor, maltrato y violencia generalizada a lo largo y ancho del planeta.

Sin embargo, este asunto sí tiene alguna connotación problemática cada vez que toda esa Agua se desborda… Entonces, ese mismo elemento tan imprescindible para nuestra subsistencia se convierte en un dolor de cabeza cuando todo lo anega, abalanzándose sobre lo que encuentra a su paso…

¿Está acaso “viendo” al otro, en el más cabal sentido de la palabra, quien se desempeña de esta manera? Sí, y no.

Poder traspasar la forma y la materia y saber, con el corazón, lo que le está sucediendo a otro individuo, sin que este haya abierto la boca, eso es registrar al otro.

Pero cuando lo que está primando en esa persona tan empática es el deseo de satisfacer su propia necesidad de desempeñar el papel del cuidador, el terapeuta, el padre o la madre, suele dispensar muchas cosas que, lejos de resultar nutritivas para los demás, en la mayoría de las veces son, lisa y llanamente, perjudiciales para quienes la reciben.

Un límite es amor. Consentir indefinidamente a alguien no es bueno para nadie. Flaco favor le hacemos a un/a maltratador/ra (o a alguien caprichoso con una firme tendencia a mirarse exclusivamente a sí mismo), “comprendiéndolo amorosamente” y justificando sus actos en base a que, por ejemplo, tuvo una infancia dura…

La supuestamente abnegada esposa del alcohólico que se pasa el día entero escondiéndole las botellas, no contribuye en lo más mínimo a la toma de conciencia de su enfermedad. Prestarle dinero a un ludópata en nombre de la “compasión” o la “pena”, es envenenarlo lentamente.

Los astrólogos solemos decir que los mejores regalos de cumpleaños los hacen las personas con mucha energía libriana. Sabrán perfectamente qué es lo que estamos necesitando, el color, la talla, etc., etc.

Libra VE al otro. Y a partir de esa mirada amorosa y equilibrada, ofrenda y ofrece lo que sabe que es lo mejor para su prójimo. Aun cuando eso signifique tener que poner un límite con connotaciones arianas, aun cuando eso implique el enojo, la frustración y la ira de quien está en el platillo de enfrente.


No hay comentarios:

Publicar un comentario