© Justo Félix Olivari Tenreiro.
Días atrás compartí con todos ustedes que en lo sucesivo iba
a ir subiendo notas sobre los 12 Ascendentes zodiacales.
Antes de empezar con la primera entrega, quiero dejar
sentados algunos conceptos que atraviesan esta temática.
En primer lugar, como toda energía desconocida y proyectada,
esta emergerá en escenas, sucesos y personas que percibiremos como “externos”,
cuando en verdad no es más que el despliegue de nuestra propia impronta.
Efectivamente, el Ascendente está en un punto cero en nuestra Consciencia a la
hora de nuestro nacimiento. Muy lejos de la creencia tan extendida de que es
algo que nos otorga una identidad profunda congénita.
Por otro lado, en la matriz de la Carta Natal, nos
encontraremos con que las tres casas de Agua, esto es la IV, la VIII, y la XII,
representarán para todos nosotros verdaderos desafíos de modificación de
nuestras conductas emocionales para poder abrazar e integrar la energía de
nuestro Ascendente.
La Casa IV tiene la misma impronta que la Luna, y si no
podemos elevarnos por sobre esa metodología emocional repetida y regresiva, se
nos dificultará mucho ese proceso. La Casa VIII es aquello que tiene que morir,
aquello que debe ser transformado para permitir fluir en la energía que
asciende.
Y, seguramente lo más patente y más gráfico en cuanto a
inercia sea la Casa XII, situada ni más ni menos que en el Signo anterior al
del Ascendente: nuestro más profundo inconsciente está completamente teñido de
esa energía, y hacer el pasaje de aprendizaje hacia la que le sigue en orden
Zodiacal es una tarea de alta complejidad.
A partir de lo expuesto, en breve compartiré la primera
entrega de la saga de los Ascendentes.
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