(MÁS SOBRE LA POLARIDAD PISCIS-ESCORPIO).
© Justo Félix Olivari Tenreiro.
Años atrás una mujer con la que estábamos empezando a
relacionarnos viaja hasta el Mediterráneo a visitar a su “maestro espiritual”
llevándole una fotografía mía para averiguar la opinión del mismo al respecto,
buscando su aprobación… A los pocos días de su llegada a esa isla, me cuenta
que cuando este hombre vio la imagen exclamó: “No!, mucha oscuridad, mucha
oscuridad!!”…
Debo confesar que no me cayó nada bien escuchar eso… Más que
la afirmación de ese supuesto “iluminado”, me preocupaba que la señorita le
hiciera caso y decidiera alejarse…
La forma más común que hemos encontrado los Humanos para
expresar las energías de Sagitario y de Piscis, lejos de ser la inclusiva, la
que todo lo abraza amorosamente (luego de haber transitado todas las muertes,
desgarros y antagonismos propios de Escorpio), es la de la disociación, la que
nos dice lo que está “bien” y lo que está “mal”, dejando de lado y rechazando,
precisamente, toda faceta mal llamada “oscura”.
Efectivamente, cuando no comprendemos a Sagitario ni a
Piscis, volvemos a disociar lo que Escorpio nos obligó a integrar.
Teniendo bien en claro eso, la opinión de ese señor no pude
más que tomarla como un gran halago… Lo que me decía la Vida era, precisamente,
que estaba transitando el camino correcto de mi recorrido hacia el encuentro de
lo escorpiano, permitiéndome sentir, experimentar, abrazar y Honrar sin culpa
alguna aquellos aspectos de mi totalidad a los que todavía solemos considerar
“tenebrosos” o “sombríos”…
Tiempo después tuve una experiencia que me dejó un tanto
desquiciado. Se puso en contacto conmigo para requerir mis servicios como
astrólogo una mujer con algunas características bastante peculiares. Era una
verdadera sanadora; atendía entre veinte y treinta personas por día a las que
sanaba con la simple imposición de sus manos de las más diversas dolencias.
Me comentó que era devota de un maestro espiritual de la
India, el que con cierta frecuencia venía a la Argentina a dar conferencias, y
que, cuando estaba en el país, la recibía en audiencia privada, ya que ese buen
hombre valoraba mucho la tarea que ella realizaba a diario con tanta gente.
El motivo que la llevó a consultarme estaba relacionado a
sus recurrentes e históricos problemas de escasez de dinero, y a que, más allá
de su voluntad, se veía envuelta permanentemente en situaciones de lucha de
poder que la dejaban devastada… Se negaba a cobrar por su trabajo como
sanadora, dejando librado a la voluntad de sus pacientes el retorno económico
por su tarea, y era incapaz de ponerle límites a un par de vecinos que invadían
el amplio terreno de campo que le pertenecía. Ambas temáticas, obviamente, de
neto corte escorpiano.
Para mí el “diagnóstico”, aun sin haber visto su Carta
Natal, era de una claridad cartesiana: esta noble mujer estaba híper
identificada con sus aspectos “blandos” y sensibles, y rechazaba de plano todo
lo que estuviera ligado a energías como la de Aries y Escorpio. Y, como bien
sabemos, aquello que nuestra consciencia niega, la Vida indefectiblemente nos
lo trae como escenas “externas”.
"Sería bueno que te dieras permiso para poner un valor
concreto a tu trabajo, y que te sintieras con derecho a poner los límites
pertinentes a tus vecinos. Y, como primera medida, que dejes de lado todo
sentimiento de culpa que te esté impidiendo abrazar tu poder personal. De lo
contrario vas a seguir atrayendo ese tipo de situaciones...".
No tardó en comprender lo que le estaba diciendo, y me
agradeció mucho mi mirada. Hasta ahí, todo más que bien. El problema, mí
problema, comenzó una vez que nos despedimos…
¿Cómo puede ser que su “maestro” espiritual jamás le haya
explicado eso? ¿Ese hombre que convoca multitudes en los más diversos países
del mundo no fue capaz de hablarle de lo que necesitaba aprender? ¿Cómo podía
ser que yo, un simple mortal, fuera el que la desasnara respecto a esa
temática? ¿Y su guía hindú qué función cumplía entonces en su vida?
Además de las anteriores, empecé a hacerme, como de
costumbre, las preguntas que me llevaran al origen de todo este desaguisado
“espirituoso” en el que se ha visto envuelto Occidente desde la segunda mitad
del Siglo pasado… Las conclusiones tardaron varios días en llegar, pero
finalmente todo se ordenó en mi consciencia.
Continuará…
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