© Justo Félix Olivari Tenreiro.
No he tenido la posibilidad de estudiar la carta natal de la
ciudad de Posadas; los historiadores no se ponen de acuerdo en cuál es la fecha
real de su fundación. Pero a partir de lo que vengo observando desde mi llegada
a esta región hace ya dieciséis meses, mi hipótesis es que en su mapa astral
encontraríamos casi con seguridad alguna temática de no fácil resolución ligada
al eje de sus Casas III-IX…
Tiempo atrás descubrí que el motivo por el que solemos
expresar la peor cara de una energía, estaba vinculado a tener un muy pobre
contacto (identificación) con su opuesta complementaria.
La expresión menos lúcida de la Casa III está asociada a la
banalidad, al chisme, la hipocresía, la calumnia, la falsedad, el engaño… Y se
habla de esta área de vida como la del entorno más inmediato, la del
“vecindario”, la de los vínculos cercanos…
He observado varias y muy llamativas costumbres en muchos de
los parroquianos de esta ciudad. Una de ellas está relacionada a personas que
se detestan entre sí, que hablan pestes una de la otra, y que aun así las verás
como “amigas” en facebook, y, lo más extraño, compartiendo una foto en las que
están juntas y sonrientes, como si se amaran de toda la vida, no habiendo
mediado conversación alguna ni sucedido una “reconciliación” previa…
Este comportamiento desde todo punto de vista hipócrita, en
mi humilde opinión, tiene su raíz en la imposibilidad de concebir que exista
algo que esté más allá del alambrado que pareciera envolver a esta bella
ciudad.
Si una persona tiene la convicción que alejarse de su
familia (por más disfuncional que esta sea), sería algo así como la muerte,
como vivir en el exilio y condenada a la más absoluta de las soledades por los
siglos de los siglos, seguirá yendo, entonces, a la fiesta de cumpleaños de ese
tío al que odia profundamente, y al casamiento de su hermano que abusó de ella
cuando niña.
Y, claro, jamás estará ausente en la mesa navideña, por más
que eso implique compartir ese espacio con los familiares antes mencionados,
además de su abuela que la desprecia porque no se casó ni tuvo hijos, y de su
prima que la envidia profundamente porque ella sí se casó y tuvo hijos, pero en
contra de su más profunda voluntad…
“Esto es lo único que hay”. Y para sobrevivir en esos
ambientes, desarrollará estrategias y mecanismos emocionales igual de tóxicos y
disfuncionales.
Acá es muy poca la gente que pareciera estar dispuesta a
sentarse a tomar un café con la realidad. Mañana a alguien se le ocurre echar a
rodar el rumor de que “Juanita” es prostituta, y seguramente de 100 personas,
98 lo den por sentado y lo repitan como loros a cuanto ser se les cruce en el
camino, sin jamás cuestionarse la veracidad de tales dichos, ni tomarse la
molestia, por más que sean íntimas amigas de la susodicha o que tengan la
posibilidad de hablar con ella, de sacarse la duda…
Otra consecuencia de la endogamia antes descripta, está dada
por el hecho de que ninguno de los colegas con los que traté (que fueron
muchos), trabaja a distancia utilizando las maravillosas herramientas que la
tecnología hoy nos ofrece… La población mundial de habla hispana, entre los
nativos y los que han aprendido esa lengua ya de adultos, se estima en 590
millones de personas.
Por más que, en definitiva, sigas estando adentro de tu
casa, el hecho de vincularte aunque sea vía Internet con un habitante de otras
latitudes siempre te va a aportar algo, siempre te va a dejar algo
enriquecedor… Aunque más no sea enterarte que un español llama a la computadora
“ordenador”, y que la palabra coger no la utiliza precisamente para referirse a
las relaciones sexuales…
Años atrás me consultó una muy simpática y agradable mujer
que había nacido en la Isla de Cabo Verde, en África, y que en ese momento
residía en Malta… Toda una excentricidad!!
La población actual de la ciudad de Posadas es
aproximadamente de 350.000 habitantes. Otra vez el bendito “es lo único que
hay” emerge de manera fatal… Entonces, como el botín (clientela) a repartir es
tan pequeño, las luchas entre los colegas son sencillamente feroces y
despiadadas. Luchas, obviamente y como no podía ser de otra manera, jamás
planteadas de manera frontal y directa, donde el control sobre cada paso y
movimiento que hace el otro ha sido una de las cosas que más me han
impresionado, dejándome sencillamente pasmado.
Posiblemente quien lea estas líneas y se haya criado o haya
vivido en alguna localidad relativamente pequeña haya registrado algunas o
varias de estas costumbres, y no se sorprenda en lo más mínimo ante lo
expuesto. Está claro que la frase “Pueblo chico infierno grande” no se acuñó en
la ciudad de Posadas…
Pero en lo que se refiere a este caso, sospecho que podrían
estar obrando memorias ancestrales que como una nube sobrevuelan aun hoy a los
habitantes de esta zona.
Toda esta región, en la primera mitad del Siglo XVII, fue
literalmente invadida por los jesuitas a través de la orden religiosa católica
de la Compañía de Jesús, fundando 30 misiones. De hecho Candelaria, la
localidad en donde vivo actualmente, situada a 30 km de Posadas, fue la capital
de esos 30 pueblos jesuíticos.
Es bien conocido por todos que la orden expresa emanada por
el entonces rey de España a los “conquistadores” era la de evangelizar a los
pobladores originarios. Y también ya todos sabemos cuál fue la suerte que
corrieron los líderes políticos guaraníes que se mantuvieron en guerra no
aceptando aliarse con los “visitantes”, y que se oponían a la explotación y el
control de los recursos provenientes del ecosistema de la selva tropical, por
parte de los mismos.
Tener presente todas esas experiencias ligadas a la
expresión más sombría de la Casa IX, en donde al extranjero se lo concibió como
alguien que vino a imponer sus creencias de manera fanática y despótica y a
apropiarse de los recursos naturales, tal vez pueda ayudarnos a comprender
muchas de las singulares costumbres vinculares descriptas, y a tejer y tender un
manto de piedad y poder elaborar una mirada compasiva de los hechos.
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