miércoles, 15 de marzo de 2017

NODO NORTE EN ESCORPIO O EN CASA VIII (NODO SUR EN TAURO O EN CASA II).

CAMBIAR Y MORIR EN EL INTENTO.

© Justo Félix Olivari Tenreiro.

La imagen del toro con su inmensa masa nos remite a inercia, o sea, a la resistencia que ofrece un cuerpo para modificar el estado de reposo en que se encuentra. En estas pocas palabras está condensada la trama existencial que asimiló en su pasado quien nació con el Nodo Norte en Escorpio. Resumiendo, Tauro es quietud y amor por la seguridad. Escorpio es transformación, muerte y cambio continuo.

¿Qué es lo que nos mostrará en sus años de juventud este individuo, rememorando su pasada existencia rumiante? Que es más terco que una mula y que no se moverá, ni aun con el impacto de la bala de un cañón, de su forma de pensar y de ver las cosas. Que su necesidad de poseerlo todo, sí, a las personas también, no le permite disfrutar, preocupado por lo que todavía no posee…

Esa necesidad de adquirir y acumular cosas se convierte así en un lastre, no registrando la incomodidad que implica eso. Precisamente es Escorpio, en el Zodíaco, el encargado de cumplir la función de excretar, de eliminar de nosotros y de nuestra realidad aquello que nos pesa, entorpece la libre circulación de la energía, y, eventualmente, nos puede intoxicar. (Son altamente conocidos los problemas de constipación que padecen aquellos que tienen mucha energía taurina en sus cartas natales…).

Este ser eligió aprender lo que significa que la energía fluya y circule de manera armónica entre él y los demás. Escorpio y la Casa VIII nos relatan sobre eso, sobre intercambio y transferencia de energía. O sea, la capacidad de escuchar y ser escuchado por un otro en un espacio de intimidad emocional, la posibilidad de hacer transacciones económicas equilibradas y parejas, en donde nadie abuse ni se aproveche de las necesidades ajenas, y, también, claro, sobre la sexualidad, intercambio energético por excelencia.

El encuentro sexual puede proveer un impacto importante en la consciencia de los que están haciendo este recorrido, ya que en su esencia representa y resume muchas de las cuestiones que tienen que aprender: dejarse llevar, prestarse al encuentro con el otro sin tener que “retener” nada, perder el miedo a la entrega, soltar el control y, finalmente, ceder a la muerte simbólica que el orgasmo significa… 

Seguramente, con el correr de los años, lo que veamos entonces sea a una persona que ha logrado entrar en contacto con la generosidad en su más amplio sentido (especialmente en el material), que en lugar de atrincherarse pesadamente en sus patrones de comportamiento puede ahora aprender de los demás, que dejó atrás la costumbre de defender a rajatabla sus puntos de vista y que se ha tomado el trabajo de profundizar y de investigar diferentes materias, y que, a partir de sus propios pesares y “sufrimientos”, se ha convertido en alguien más sabio y trascendente...


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