© Justo Félix Olivari Tenreiro.
Está claro que quien haya nacido con el Ascendente en el
Signo de Libra ha elegido, en esta encarnación, hacer un trabajo de profundo
aprendizaje respecto de lo vincular…
“Ver” al otro, tener registro de las diferencias, y más que
eso, tolerar y poder convivir con ese otro diferente, sería el desenlace de ese
aprendizaje existencial.
Como el principio libriano nos habla de la capacidad para
reconocer y hasta de satisfacer el deseo del otro, cada vez que esa energía se
presente en nuestra Vida, por ejemplo, como ascendente en nuestra carta anual
(Revolución Solar), quizás demos por sentado que lo que nos está indicando es
que tenemos que ahondar en esa entrega amorosa hacia los demás…
Tiempo atrás un alumno me cuenta que durante un año con
ascendente en Libra, se lo pasó poniendo límites a decenas de personas, y que,
al final de dicho período, sólo le habían quedado unos pocos pero en verdad
valiosos amigos…
Este hombre había estado identificado, a lo largo de su
Vida, con las energías “blandas” de su Carta Natal; Piscis, Cancer, Virgo… La
empatía y hasta cierto grado de “sacrificio” pisciano en pos del bienestar
ajeno fueron parte relevante de su forma vincular histórica.
Entonces, ¿qué sentido tenía para él la llegada del
ascendente en Libra en su Revolución Solar? ¿Lo estaba invitando a seguir
profundizando en lo mismo?
Si Libra es la balanza, Libra nos habla entonces de
equilibrio.
Para este hombre, encontrar ese equilibrio significaba ir
hacia Aries; autoafirmarse, comunicar sus enojos y molestias y, por sobre todo,
tomar contacto profundo con su propio deseo.
A priori suena raro que alguien haga semejante movimiento
ariano en un año solar con ascendente en Libra, hasta que recordamos que cada
energía es ella, y su opuesta complementaria...
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