© Félix Olivari
Tenreiro.
No sé a ustedes… Pero a mí ciertas situaciones críticas,
dolorosas, me llevan y me han llevado a lugares muy hermosos, de mucha apertura
afectiva y emocional.
Claro que no propongo ni promuevo una vida de sufrimiento;
sólo que a veces caigo en la cuenta que el mayor sufrimiento que me puedo
proveer es el de vivir a partir de los supuestos, prejuicios y necesidad de
control de mi ego…
Es ahí cuando ese dolor “quiebra” algo en mí, y esa
vulnerabilidad se convierte en la mejor de las bendiciones… Puedo entonces, por
ejemplo, pedir ayuda cuando suele ser una de las cosas que más me cuestan
hacer: por miedo, por arrogancia, por autosuficiencia… Puedo tomar contacto con
el agradecimiento por todo lo que tengo, material, afectivo…
Y por lo que tuve: cada vínculo, cada relación que me
nutrió, más allá de que también me haya llevado a lugares de desamparo, dolor,
incomprensión, enojo, etc., pasa a formar parte de todo aquello que engrandece
mi corazón, que derrama estas lágrimas, hermosos seres que a los que puedo
abrazar silenciosamente cuando estoy pudiendo vivir desde la falta de lógica de
mi mente, cuando esa vulnerabilidad a Dios gracias me ha alcanzado luego de haber
bregado tanto por controlarlo todo.
No propongo ni promuevo una Vida de sufrimiento: pero si
este inevitablemente llega, pues que su paso por mi existencia me deje el dulce
sabor de haber abierto mi corazón y entregarme, cada día un poco más, a esa preciosa
y sagrada energía universal de Amor y Abundancia…
No hay comentarios:
Publicar un comentario