© Félix Olivari Tenreiro.
El Signo de Leo está regido por el Sol. La Casa V, que le
corresponde, suele ser descripta como la de la autoexpresión en general y la
expresión artística por excelencia, la de los romances, la de la pasión que
ponemos en un deporte, la del amor por nuestros hijos o por los niños en
general…
Todos esos conceptos están intrínsecamente unidos por las
cualidades de esa parte del cuerpo que está regida por Leo: el corazón.
En esa expansión-retracción que representa cada
sístole-diástole es donde encontramos a nivel corporal la simbología de lo que
nos sucede frente a la obra de un artista. La conmoción, admiración,
fascinación o encandilamiento que nos provoca la expresión de su arte, la
entrega que nos dispensa de su creatividad, despierta en nosotros la urgente
necesidad de aplaudirlo, ovacionarlo o brindarle algún tipo de reconocimiento,
en un ida y vuelta en el que todos gozamos.
Otra de las cualidades del corazón es la capacidad de entrar
en contacto con el agradecimiento y poder confesarlo. En esa resonancia que
regresa al artista por parte de su público está implícito eso, desde el momento
en que somos conscientes que lo que hemos recibido de él es una ofrenda, un
regalo sin el cual la Vida no hubiera tenido el mismo color…
Uff… Cuesta seguir escribiendo cuando las lágrimas no dejan
ver el teclado. Solo posaré mis manos en mi pecho y trataré de encontrar en
cada uno de los latidos de mi corazón esa resonancia con el artista despierto.
Y en un humilde, noble y sencillo homenaje respiraré, tantas
veces como lo sienta, un GRACIAS…
* Gustavo Cerati. 1959-2014.
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