© Justo Félix Olivari Tenreiro.
Siento la necesidad de hacer hincapié una vez más en la
relevancia de la Casa Xll a la hora de analizar los bemoles y las dificultades
que conlleva el aprendizaje de la energía ascendiendo… El Alma que vino a esta
vida sabiendo que lo acuariano era una materia pendiente de ser revisada,
tendrá sobre sus espaldas la memoria inconsciente del paradigma capricorniano,
el que seguro habitó por mucho tiempo, tan distante de lo que ahora eligió
desandar…
Sacar los pies de la Tierra, elevarse por sobre las coordenadas
de tiempo-espacio, y vivir en eso otro plano de realidades imprevisibles es un
desafío ciclópeo para estos seres. “¿Qué otra cosa que la locura podría
esperarme si hago eso, si pego ese salto cuántico? Volverme loco, y ser
considerado un extraviado, mi destino si me dejo llevar por los impulsos que
cada vez laten con más fuerza en mi corazón y en mis piernas, las que me
impulsan a volar…”.
Sentirse eternamente un sapo de otro pozo es algo inevitable
y con lo que deberá aprender a convivir por los Siglos de los Siglos. Y, como
ya lo sabemos, hasta tanto nos vamos identificando, de a poco, con la energía
en cuestión, la misma rondará nuestra existencia de manera ineludible. Se
estará así rodeado de bohemios, irresponsables, “outsiders”, o personas muy creativas,
particulares y originales, y claro, también, de seres con más o menos
importantes desequilibrios psiquiátricos, sobre todo en la primera parte de su
vida, casi con seguridad algún integrante de su propia familia…
Tener la costumbre de planificarlo todo, de tener la mayor
cantidad de cosas bajo control, resistirse sistemáticamente a todo lo nuevo,
diferente y cambiante, redundará en que la energía se manifieste como destino,
llevándolos a tener que vivir en el aquí y ahora luego de, por ejemplo, haberse
quedado sin ese trabajo en relación de dependencia que tanta seguridad les
proveía, sea porque se vean forzados a tener que cambiar de vivienda repetidas
veces, o porque les corresponda hacerse cargo, de alguna manera, de los
trastornos psíquicos de ese familiar.
Estos seres encontrarán algo de paz y sosiego cuando logren
asumir que el que les corresponde encarnar en esta vida es el arquetipo del
“Andariego”. Cuando abandonen la necesidad de aceptación y pertenencia, cuando
dejen de buscar “El” lugar, su lugar en el mundo, frustrándose repetidas veces
al comprobar que la Tierra Prometida finalmente no existe, pero sabiendo que,
al mismo tiempo, cualquier espacio, cualquier sitio en el Mundo puede ser su
morada.
“Buscador, cuando abandonéis la búsqueda, sabrás que no
había nada que encontrar”, dijo alguien cuyo nombre no recuerdo…
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