martes, 6 de noviembre de 2018

Apartado Nº 11…

ASCENDENTE EN ACUARIO, LA INSOPORTABLE LEVEDAD DEL SER.

© Justo Félix Olivari Tenreiro.

Siento la necesidad de hacer hincapié una vez más en la relevancia de la Casa Xll a la hora de analizar los bemoles y las dificultades que conlleva el aprendizaje de la energía ascendiendo… El Alma que vino a esta vida sabiendo que lo acuariano era una materia pendiente de ser revisada, tendrá sobre sus espaldas la memoria inconsciente del paradigma capricorniano, el que seguro habitó por mucho tiempo, tan distante de lo que ahora eligió desandar…

Sacar los pies de la Tierra, elevarse por sobre las coordenadas de tiempo-espacio, y vivir en eso otro plano de realidades imprevisibles es un desafío ciclópeo para estos seres. “¿Qué otra cosa que la locura podría esperarme si hago eso, si pego ese salto cuántico? Volverme loco, y ser considerado un extraviado, mi destino si me dejo llevar por los impulsos que cada vez laten con más fuerza en mi corazón y en mis piernas, las que me impulsan a volar…”.

Sentirse eternamente un sapo de otro pozo es algo inevitable y con lo que deberá aprender a convivir por los Siglos de los Siglos. Y, como ya lo sabemos, hasta tanto nos vamos identificando, de a poco, con la energía en cuestión, la misma rondará nuestra existencia de manera ineludible. Se estará así rodeado de bohemios, irresponsables, “outsiders”, o personas muy creativas, particulares y originales, y claro, también, de seres con más o menos importantes desequilibrios psiquiátricos, sobre todo en la primera parte de su vida, casi con seguridad algún integrante de su propia familia…

Tener la costumbre de planificarlo todo, de tener la mayor cantidad de cosas bajo control, resistirse sistemáticamente a todo lo nuevo, diferente y cambiante, redundará en que la energía se manifieste como destino, llevándolos a tener que vivir en el aquí y ahora luego de, por ejemplo, haberse quedado sin ese trabajo en relación de dependencia que tanta seguridad les proveía, sea porque se vean forzados a tener que cambiar de vivienda repetidas veces, o porque les corresponda hacerse cargo, de alguna manera, de los trastornos psíquicos de ese familiar.

Estos seres encontrarán algo de paz y sosiego cuando logren asumir que el que les corresponde encarnar en esta vida es el arquetipo del “Andariego”. Cuando abandonen la necesidad de aceptación y pertenencia, cuando dejen de buscar “El” lugar, su lugar en el mundo, frustrándose repetidas veces al comprobar que la Tierra Prometida finalmente no existe, pero sabiendo que, al mismo tiempo, cualquier espacio, cualquier sitio en el Mundo puede ser su morada.

“Buscador, cuando abandonéis la búsqueda, sabrás que no había nada que encontrar”, dijo alguien cuyo nombre no recuerdo…


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