lunes, 31 de julio de 2017

LA PROBLEMÁTICA DE LOS EMPÁTICOS, UNA CUESTIÓN DE PROPORCIÓN.

© Justo Félix Olivari Tenreiro.

Una colega a la que aprecio mucho suele decir que el eje II-VIII es el de más compleja resolución. En la misma línea, tengo la convicción rotunda de que el Signo de Escorpio, y más precisamente la Casa VIII, se presta a enormes malos entendidos.

Los antiguos manuales que sólo enuncian para que memoricemos y repitamos como loros la describen como la de las herencias, los legados, el sexo, la muerte, el dinero de nuestra pareja… Pero, ¿alguien sabe cuál es el concepto profundo que une a todas esas palabras? Es… TRANSFERENCIA DE ENERGÍA!!

La balanza de Libra (Casa VII) nos refiere a que, en su ideal, todo vínculo tiene que ser JUSTO y PAREJO. Que es el equilibrio entre lo que somos capaces de dar y recibir el que redundará en la felicidad de ambas partes implicadas.

El punto es que nos cuesta horrores comprender que LA CASA VIII TAMBIÉN ES UNA CASA VINCULAR. Y que nos pasamos todos los días de nuestra vida vinculándonos desde esa Casa VIII con las más diversas personas. Cada vez que voy a una verdulería a comprar tomates estoy haciendo un intercambio energético con el verdulero. Algo de mi energía “se pierde” en el dinero que le entrego, algo de su energía queda “desvitalizada” al entregarme él el kilo de tomates. Cada uno hizo esa transferencia de energía ya que ambos concebimos esa transacción como pareja y justa.

Cualquier mortal con dos dedos de frente que sepa que voy todos los días a una verdulería y dejo 20 dólares arriba del mostrador sin llevarme mercadería alguna concluirá que estoy loco, o que soy estúpido. La pregunta que debería hacerse (y que yo me empecé a hacer hace unos cuantos años) todo ser humano empático es: “¿Acaso yo no hago eso mismo en mis vínculos personales, sea con amigos, con mi hijo, con mis padres, con mi pareja, con mis hermanos o en mi trabajo?".

La mayoría de las personas poseídas y muy identificadas con una energía como la de Piscis padecen un problema con la proporción de las cosas. El océano pisciano no tiene bordes. Sólo la convención del hombre determina en qué meridiano termina uno y empieza el otro. Y esa falta de bordes y de límites se refleja, en el plano de lo vincular, muchas veces como algo caótico y, finalmente, muy doloroso.

Y si sumamos a esto que la energía pisciana tiene como cara más primaria la tendencia a caer en el “sacrificio”, promovido a su vez por un fuerte sentimiento de culpa, la cosa se complica aún más…

Entonces una mujer divorciada no rehace su vida amorosa porque “se debe” a sus hijos. Alguien con Neptuno en Casa II será capaz de trabajar 18 hs. por día por una causa que considera noble, sin sentir en ningún momento que semejante esfuerzo merece una retribución equitativa. Otra persona rescatará a sus parejas tolerando lo intolerable y haciendo las veces de padre, madre, terapeuta y proveedor alimenticio y económico por los siglos de los siglos. Y estará quien sienta un falso orgullo por ser el “psicólogo” de todos sus amigos, aun cuando eso le reste tiempo para disfrutar del ocio, y para alimentarse y acostarse a dormir en un horario adecuado… Y así sucesivamente…

Más allá de todas las “polaridades” astrológicas que ya han sido conceptualizadas, creo que una de las más duras de integrar es la que representan Piscis-Escorpio, ya que la distancia que existe entre ellas en la forma de concebir la Vida es mayúscula.

El Escorpio (Casa VIII) bien “entendido” y asimilado, jamás se quedará en deuda consigo mismo. Podrá vibrar en la generosidad y el amor, dando desinteresadamente. Pero nunca permanecerá estancado en el rol del proveedor eterno, ya que le costará mucho drenar de manera infinita su energía si no siente que haya algo que también lo esté nutriendo a él.

Como no siente culpa, pondrá límites de manera exquisita a todo aquel que pretenda manipularlo o “robarle” su energía por el medio que sea. Y se caracteriza por poseer un gran olfato para escrutar a todo aquel que se le acerca, teniendo el coraje suficiente para cuestionar y hacerse las preguntas más suspicaces sobre esa otra persona, preguntas que Piscis consideraría despiadadas.

Tenemos que comprender que por más doloroso y mal oliente que nos resulte a nosotros, los empáticos, oír siquiera hablar de Escorpio, no nos queda otra opción que sumergirnos en la sabiduría que está implícita en él, a no ser que las penosas experiencias que hemos tenido sometiéndonos y claudicando a nuestros más básicos derechos desde nuestra muy mal entendida “compasión” todavía no hayan calado todo lo profundo como para hacernos tocar fondo…


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