lunes, 12 de junio de 2017

EL PROCESO DEL PERDÓN.

© Justo Félix Olivari Tenreiro.

Hace un tiempo escribí: “Sólo después de haber sido atravesado por la tensión y el desgarro plutoniano podrás descansar en la suave nube neptuniana sabiendo que esto ya no es negación”.

Desde el momento en que tomamos consciencia, unas décadas atrás, de que toda enfermedad, de que todo desequilibrio corporal tenía su correlato y su raíz en el plano emocional, empezamos a prestarle especial atención a nuestros pensamientos y emociones con el fin de evitar que los mismos se conviertan en síntomas.

El tema del perdón se volvió entonces central para muchas de las herramientas terapéuticas que nacieron a lo largo de estos años, consustanciadas con ese paradigma. Por el contrario, el peligro de acumular, por ejemplo, resentimientos por un prolongado período de tiempo podía derivar, según esas teorías, en que desarrolláramos, ni más ni menos, que un cáncer.

Convencido como estoy de que mi Alma eligió todas y cada una de las circunstancias en la que encarné (papá, mamá, país, cuidad, hermanas, etc., etc.) porque eso era lo que yo necesitaba para seguir con mi camino evolutivo en esta vida, mal puedo adherir a una postura existencial de víctima… Entonces, claro, para mí “perdonar” no es ni más ni menos que restaurar las cosas a su estado natural.

Muchos “maestros” espirituales, o espirituosos, hacen un hincapié casi maníaco en lo importante que es perdonar a todos aquellos que sentimos que alguna vez nos han hecho algún daño. El problema radica en todo lo que soslayamos, en todos los pasos que omitimos antes de forzarnos a hacer ese ejercicio de “redención”. En lo peligroso de hacerlo sólo como un acto “diplomático” y simplemente gestual…

Las Constelaciones Familiares, el estupendo método terapéutico desarrollado por Bert Helinger, apuntan y direccionan a quien esté trabajando con su clan familiar, a que perdone, agradezca y honre a sus progenitores o a cualquier otro ser de su linaje, de un modo un tanto imperativo…

Alejandro Jodorowsky ha ido más allá que su predecesor, y en lo que llamó Psicogenealogía Evolutiva aplica “la psicomagia”, una teatralización de las circunstancias que resultan problemáticas para nuestro inconsciente con la intención de desactivarlas y liberarnos de ese condicionamiento. En esa teatralización muchas veces la primer herramienta de liberación es decirles a papá y mamá TODO lo que necesitamos expresarles; nuestros dolores, resentimientos, sentimientos de abandono, broncas, odios, y necesidades habidas y por haber… Y sí, tenemos permiso para gritarles a nuestros padres, y para insultarlos si es eso lo que necesitamos hacer…

La Biodescodificación es una disciplina que consiste en acompañar a la persona a encontrar la emoción oculta, asociada al síntoma (la enfermedad), para descodificarla y así favorecer la curación mediante la liberación de la misma. Creada por Christian Flechè, a lo que se sumó el aporte del Dr Hammer, del psicólogo Marc Frechet y del psiquiatra Milton Erickson, el primer ejercicio que nos propone el terapeuta es escribirles sendas cartas a nuestros progenitores con la misma y muy clara consigna: que no nos guardemos nada, que hagamos el acto de catarsis más grande que nos podamos permitir, que saquemos todas las emociones en ese papel, que no quede dolor, resentimiento u odio por liberar…

La Humanidad ha tenido la Gracia de que un tal Bill W. tuviera un despertar espiritual y que, cuando estaba ya literalmente desahuciado por su enfermedad de alcoholismo, junto con el Dr. Robert Smith, fundaran Alcohólicos Anónimos (AA), con su consecuente programa de 12 Pasos que no sólo ha posibilitado la recuperación de millones de personas a lo largo y ancho del mundo de ese padecimiento, sino que también ha sido aplicado para otras adicciones con iguales excelentes resultados.

En el 4° Paso, la persona volcó en un papel todos y cada uno de los resentimientos que tenía con las más diversas personas, desde sus padres y familiares en general, jefes, compañero de trabajo, ex parejas, etc., hasta con Instituciones como la Iglesia, el Ejército, la escuela o el Estado. Y cada vez que se vuelve a resentir, hace ese ejercicio de manera inmediata. Los adictos en estos programas de recuperación dicen: “No podemos darnos el lujo de guardar un resentimiento, eso nos llevaría directo al consumo”.

Escorpio es la curva existencial del Zodíaco. El punto de inflexión entre una mirada noble pero inmadura de la existencia, y la adulta capacidad para ver y abarcar la realidad en su conjunto.

Muchas de nuestras decisiones respecto de nuestra “espiritualidad” las hemos tomado con la infantil idea de que podemos sacarle la lengua, desde lejos, a la muerte… Que podemos esquivar el dolor de la herida egoica que significa morir a la ilusión de que somos angelitos “buenos” e “inocentes”… Buscando entonces en grupos, meditaciones, filosofías y “guías” de todo tipo, nuevos úteros en donde refugiarnos de las maldades y crueldades del mundo.

Seguro aterrorizados por energías como la de Aries o Escorpio, nos volvimos adherentes a algunos de esos gurúes que nos prometían (mentían) que podíamos llegar al paraíso pisciano sin tener que atravesar la cloaca escorpiana…


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