¿CÓMO LEEMOS UN
TRÁNSITO PLANETARIO?
PRIMERA PARTE.
© Félix Olivari
Tenreiro.
Parafraseando a Carutti, la Carta Natal es un mandala. Por
lo tanto es necesario abordarla como tal, o sea, hacer una lectura holística de
la misma.
Ahora bien, a la hora de enseñar esta riquísima y milenaria
disciplina necesariamente tenemos que disociar, necesitamos hacerlo al intentar
explicar qué significaría supuestamente que un planeta se encuentre en determinado
Signo, Casa, o que reciba un aspecto de tal o cual otro.
El inconveniente se presenta cuando tendemos a hacer esa
disociación al momento de leer un tránsito planetario; cuando, si el mismo nos
está movilizando más de lo que deseamos, esperamos ansiosos que se retire de
esa área de nuestra vida.
La mala noticia es que, si durante su presencia en esa área
no tomo contacto con el aprendizaje implícito al que me invita, el efecto lo
sentiré más adelante cuando ese mismo planeta haga otro aspecto tocando un área
de la Carta que tenga la misma temática que la anterior.
Por poner un ejemplo: si estoy más preocupado en esperar
ansioso que Plutón se “vaya” de arriba de mi Luna que en oír lo que tiene para
decirme, cuando al poco tiempo de que se aleje, el mismo Plutón u otro planeta
le haga un aspecto tenso a mi Casa lV, que representa las mismas temáticas que
la Luna, estaré otra vez “padeciendo” un tránsito en el mismo asunto de mi
Vida.
También puede pasar que sincrónicamente con el alejamiento
del Señor de las Profundidades, el severo Saturno comience a hacerle una
cuadratura a esa misma Luna… Otra vez rezando para que se vaya rápido…
La Carta Natal es una circunferencia, o sea una curva plana
y cerrada. Y que esté “cerrada” nos dice claramente que el planeta no puede
irse a ningún lado, y que no tenemos manera
de escapar de lo que tenemos que aprender… Si no es ahora, será dentro de seis
meses, un año, dos…
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