Las relaciones de pareja, a lo largo de la historia de la
Humanidad, han sido objeto de extensos estudios, de todo tipo de expresión
artística, de motivo de horas y horas de consulta terapéutica…
Alegrías y pesares varios. Ese espacio, tantísimas veces idealizado
como un lugar de felicidad última y eterna, es, más bien, el lugar por
excelencia en el que tenemos la posibilidad de iluminarnos: ver en cada
respuesta y expresión de nuestr@ compañer@ la sublime oportunidad de
encontrarnos con lo que está en sombra en nosotros, de sanar en cada uno lo que
él o ella me moviliza de manera doliente.
En ese juego de espejos, mucho de nuestro ego se hace
girones, mientras recorremos esa montaña rusa de
emociones-sentimientos-pensamientos… Y cuando somos incapaces de elaborar esa
ensalada vivencial por nosotros mismos en silencio, recurrimos a alguien que
nos escuche para poder escucharnos a nosotros mismos, como mínimo, o que nos
mime y acaricie con una palabra de aliento o que nos deje con la boca abierta a
partir de una lúcida intervención, en el mejor de los casos.
Amiga. Amigo. Red.
Es verdad que lo que nos trae la Casa XI en forma de amistad
también nos invita a trabajarnos, pero en la mayoría de los casos los vínculos
de “Casa VII”, las relaciones amorosas, nos llevan a niveles de movilización
interna miles de veces más amplios…
Será mi configuración energético-astrológica la que ha
promovido que desde mi más tierna adolescencia tenga muchas más amigas mujeres
que varones… Y me siento todo un agraciado por eso.
La amiga que celebra con vos la felicidad que te acompaña
cuando comienzas una relación. La misma que te contiene cuando estás
desconcertado ante algún movimiento de tu pareja que no comprendes, es la que
luego, llegado el caso, te abraza con infinita ternura cuando es amor lo que
sangra, la que te tiene una eterna paciencia en tiempos de obsesión cuando te
preguntas una y mil veces si las cosas se van a solucionar, la que te acompaña
en un eventual duelo, la que, con dulzura y tacto, te recomienda que sueltes
aquello que te está amortajando…
La pasión, compulsión, absorción a la que nos puede llevar
un enamoramiento pueden concluir en que desatendamos los nexos de amistad tan
valiosos y reconstituyentes…
Hoy me inclino y honro el amor de mis amigos; ¿qué sería de
nosotros sin esa red majestuosa? La otra cara de la misma moneda es celebrar
gozoso cada uno de sus logros, su evolución en el plano laboral/profesional, su
nuevo noviazgo, la mudanza a ese hogar más bonito que tanto deseaban, la
conclusión exitosa de sus estudios, y así con todas y cada una de sus
bienaventuranzas… Dejando siempre abierto mi Corazón para contenerlos
amorosamente en cada pesar por el que elijan transitar…
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